Cuando publiqué inicialmente la carta ya hubo quien me señaló que no pretenden ser amigos de sus hijos.
Creo que en esta carta no se
habla de ser amigos en el sentido de iguales, de colegas, sino de ver a
nuestros hijos con el mismo respeto
que se merecen nuestros amigos.
Respeto para poder escuchar sus
demandas (a veces más justificadas de lo que en principio pensamos), respeto
para entender que ellos tienen otras ideas, respeto para ver que ellos igual
tienen otras necesidades…